lunes, 1 de abril de 2013



¡ PUES QUE LA PEGUE ¡

Ella: Inmigrante Rumana de 28 años con pocos meses de residencia en España.
Él: Un ciudadano español.

Subidos en el alto taburete, acodados en la barra del bar, disfrutaban de una merecida cerveza bien fría, la jornada laboral había sido como todas, dura, larga y mal pagada, allí, sin que ya nadie les metiera prisas, hablaban desinteresadamente de cosas triviales, la conversación derivó hacia los problemas del trabajo y las relaciones con los compañeros.
- ¿Y a Manolo que le pasa con su mujer? Siempre esta quejándose de cómo hace las cosa- dijo ella.
-Es que debe de ser un poco desordenada para las cosas de la casa- respondió él.
- ¡Pues que la pegue!- Dijo ella con vehemencia.
-Como que pues que la pegue ¿Qué es eso de que la pegue?- dijo él sorprendido
-¡si, si no hace las cosas bien que la pegue-
-que pasa, ¿es que en tu país todos los maridos pegan a sus mujeres?- La contestó él en tono irónico.
-¡Sí! Si no hacen las cosas bien como le gusta al marido, las pegan- fue la respuesta de ellas, tajante y convencida.
Él no salía de su asombro, por unos instantes quedó confundido, no podía dar crédito a lo que oía, ¡estaba hablando en serio! y la invito a razonar.
Nadie tiene que pegar a nadie, si no se entienden, que hablen las cosas y si no pueden vivir juntos que se separen, pero nadie tiene que pegar a nadie,- insistió -¿y qué es eso de que si no hace las cosas bien como a él le gustan? ¿Quién determina cuanto de bien están hechas las cosas y que día te gustan más o menos? Depende del humor que tenga cada día, o de si llega cabreado del trabajo, y entonces ¿la pega para tranquilizarse? No, las cosas no se solucionan con palizas, nadie tiene derecho a pegar a nadie en ninguna circunstancia-
Ella parecía confundida, era la primera vez en su vida que oía decir que un marido no tiene que pegar a su mujer, por primera vez en su vida, empezó a despertarse en su mente la idea de que las cosas podían ser de otra forma.

Todavía en muchas sociedades, y algunas muy próximas a la nuestra, las mujeres están convencidas por tradición y educación, de la supremacía del hombre sobre la mujer y están supeditadas al mandato abusivo del padre el hermano, el esposo y los hombres de la familia en general. Soy mujer y este es mi destino, jamás han oído decir a nadie que las cosas pueden ser de otra forma, que los hombres y mujeres tienen que convivir en igualdad de derechos y libertades
La coeducación en las escuelas, la convivencia entre chicos y chicas, es vital para que ambos aprendan y comprendan que a pesar de las características propias de cada sexo, todos somos iguales, todos tenemos los mismos derechos.
Emilio
Este relato es un hecho real.



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