Hace poco, decidí
retomar una vieja costumbre ya en desuso: la de escribir un Diario.
Una de las razones, es la de que con los años, la memoria se va
haciendo cada vez más perezosa; a veces ocurre que no recuerdas lo
que has hecho el día anterior.
Así pues, teniendo un Diario,
siempre puedes recurrir a él y volver a evocar los hechos vividos
con más calma y quizá incluso con distinta perspectiva.
Otra razón es la
de practicar la escritura y encontrarte a través de ella en tu
propia y legítima intimidad.
Pero un Diario
quedaría incompleto si no contásemos las pequeñas “grandes
cosas” que nos ocurren cotidianamente y que dan sentido a nuestra
vida.
Por eso, todos
los miércoles cuando llego a casa después de asistir al Taller de
Relajación, me hace ilusión anotar en el mío, lo que hemos hecho
durante la clase.
Ahora, me
gustaría contaros cual es el contenido de éste taller.
El Taller de
Relajación se imparte los miércoles y jueves.
Haciendo honor a su
nombre, en la clase se respira un aire de tranquilidad nada más
llegar. Pero no penséis que en ese momento vamos como cohetes a
tumbarnos en la colchoneta, aunque después de un intenso día
estemos tentados a hacerlo. Lo primero que hacemos es sentarnos en
corro y comentar espontáneamente algún que otro incidente reciente,
para pasar a continuación a tratar un tema principal. A pesar de que
esto suene un poco serio, a veces el tema resulta ser un JUEGO, un
juego sí, pero con fundamento; para comprobar que grado de atención
solemos tener.
También en
ocasiones, el grupo se encarga de buscar información sobre algún
PAÍS diferente a nuestra cultura y saber así más de su historia,
costumbres, estado social… luego se pone todo en común y resulta
muy interesante.
Pero lo que
hacemos más a menudo, es aprender a conocer nuestro cuerpo, ese
cuerpo al que saludamos ante el espejo cada mañana al levantarnos y
que tanto nos cuesta de entender a veces.
Descubrir por ejemplo, cómo
influyen las emociones en nuestra salud, o cómo cada lado de nuestro
cerebro define nuestras capacidades y que ese mismo cerebro segrega
sustancias, que producen el mismo efecto que cualquier antidepresivo,
son algunos de esos aprendizajes. Habitualmente, recurrimos a la
medicina tradicional cuando tenemos una dolencia, desde luego eso es
lo más rápido, pero sería bueno intentar curarnos con terapias más
naturales, aunque requieran más paciencia y observación.
Algunas de esas
terapias se encuentran en el AUTOMASAJE y en la RESPIRACIÓN
CONSCIENTE : todos nuestros órganos externos son puntos reflejos de
los internos así pues masajeando los primeros estamos mejoramos
los segundos. De igual forma, la RESPIRACIÖN, es la principal fuente
de vida; de ella dependen todas las funciones vitales de nuestro
organismo y está relacionada directamente con la mente.
LA RESPIRACIÓN
CONSCIENTE, la trabajamos en el espacio de RELAJACIÓN.
Echados ya en
la colchoneta y tapados con nuestra mantita, inspiramos y expiramos
lentamente. Guiados por la “envolvente” voz de la monitora, nos
dejamos llevar por la suave música y… como es de suponer, esto es
bastante “peligroso”, tanto aflojar… tanta ausencia de tensión…
nos conduce directamente al sueño. Menos mal que el repique del
cuenco tibetano, nos devuelve a la realidad.
Una vez sosegados
el espíritu y la mente, pasamos a practicar la DANZA. Las DANZAS
griegas son de lo más gratificantes, sentimos la armonía de todo el
grupo cuando uniendo las manos notamos pasar la energía y las buenas
vibraciones. Como terapia es ideal para terminar el día.
La mayoría de
vosotros, habréis comprobado que lo de bailar es contagioso, un
contagio muy saludable. Recordad por ejemplo, las exhibiciones en las
fiestas de Navidad.
Y estas son a
grandes rasgos, las actividades que disfrutamos en el taller. Aunque
no es lo mismo contarlo que experimentarlo.
Por último, no
puedo dejar de decir, que este Taller de Relajación es posible
gracias a Loli, que más que monitora, es nuestra amiga y hace que
nos sintamos cada día mejor.
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