Dicen que es por
tradición y las tradiciones hay que conservarlas.
El festejo
taurino, se ha ido transmitiendo desde
tiempos inmemoriales.
El verano comienza (entre otros) con los
famosos y multitudinarios
Sanfermines y en cualquier pueblo de España, aunque carezcan de
centro
médico o
contenedores para la basura; nunca pueden faltar en sus fiestas
patronales el espectáculo taurino.
Hace unos días, se
ha celebrado en Tordesillas la fiesta del “Toro enlanzado”, que
como bien dice su nombre consiste en acosar sin piedad al animal
hasta atravesarlo con una lanza.

Quizá lo único histórico
que podría ser resaltado en memoria de cruentas
batallas, sería
precisamente el arma o utensilio que emplean para el sacrificio:
LA LANZA y que sin duda, debería estar ubicado en un museo.
LA LANZA y que sin duda, debería estar ubicado en un museo.
No es fácil de
entender, que encontrándonos en el siglo XXI se siga conservando
algo tan ancestral.
Es como si el progreso obtenido a lo largo de
todo este tiempo, hubiese dado
la espalda a los
derechos de todo ser viviente.
No se entiende, no
se entiende ese empeño humano en abusar de un ser en inferioridad de
condiciones (aunque se trate de un animal).
No se entiende ese afán
de aniquilar, de convertir la muerte en trofeo, de torturar por
“Tradición”.